Mi billetera

wallet

Me gusta mi billetera. La tengo desde principios de 2007. La compré en una tiendita en Chacaíto con un dinero que me regaló mi abuela por mi cumpleaños, y era perfecta porque hacía juego con el morral que me había regalado Mary en mi cumpleaños anterior. No me considero una persona minimalista, pero creo que menos es mas, trato de andar con el mínimo de cosas que podría necesitar. Solo cargo conmigo las IDs y tarjetas que usaría, detesto una “cartera gorda”, es un bulto innecesario, un sanduche de recibitos y basura. No comulgo, pues, con la idea común de la nalga postiza. Me sigue gustando mi billetera, pero creo que lo que lleva dentro pierde cada vez más su valor:

  • Bs. 54 en efectivo que alcanza escasamente para pagar dos desayunos y pasaje para dos o tres días.
  • Tarjeta del Banco Federal que desde ayer es solo un plástico inútil gracias a la intervención impulsada por el gobierno nacional.
  • Mi carnet de Globovisión, que al paso que vamos no servirá de nada en unos meses porque es una empresa relacionada al Banco Federal. Esperemos que no sea así.
  • Mi carnet de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, y ya con eso lo dije todo. Periodismo y la UCV. Periodismo dificil de ejercer y autonomía próxima a perderse.
  • Mi cédula de identidad, ese carnecito desechable (no como los de la cuarta) que solo sirve para votar y para cobrar cheques. Para el resto de las cosas tienes que llevar partida de nacimiento tuya, de tus padres y de tus abuelos, certificados de vacunas, constancia de residencia, constancia de la constancia de residencia y así, una cadena larga de cosas que te hacen cuestionar la verdadera utilidad de la cédula.
  • Tarjeta Sodexo Pass Alimentación, cuyo saldo dura pocos días desde que se recarga hasta que hago un mercadito.
  • Tarjeta Banesco Visa, cargada hasta la mitad de deuda. Eso es bastante.

No llevo mas nada. A veces clips, a veces curitas y nunca condones. Tampoco llevo ningún calendario. Un calendario me recordaría que lo que ha pasado en el país en los últimos seis meses ha sido peor que lo que ha pasado en los últimos seis años, y no quiero preocuparme pensando que a 2010 aún le quedan seis meses más.